Primeros años de nuestra juventud, maestro común nos unía: el venerado,
el recordado, reiteradamente escultor Troiano Troiani.
Y luego, y desde hace años, la siempre florecida amistad; colega en la
escultura, pintor, dibujante, sí, todo junto, pero enraizado por el
alma del arte que es la poesía.
Porque él dibuja, pinta, talla como poeta, y vive su singular existencia
como poeta.
Y allí, en su Bolsón imprescindible, nuestros breves paseos, nuestros
largos coloquios, nuestras confesiones.
Algo de esto es Levi, Levi Freisztav. Hermanos en el arte, amigos en la
vida.
Antonio Pujía.
|